Sólo las manos consagradas de un sacerdote deben tocar la Sagrada Eucaristía ¡DIOS MISMO!
La Eucaristía en la mano es el error más egoísta que Satanás y sus demonios han sembrado en el mundo, haciéndole creer a los hombres (ministros eucarísticos y laicos) que pueden tocar a Dios, y a muchos sacerdotes, que eso está bien.
Sólo las manos de un sacerdote deben tocar la Sagrada Eucaristía, DIOS MISMO, tal como lo dijo Santo Tomás de Aquino: «En virtud de la reverencia debida a este sacramento nada lo toca sino las cosas consagradas; por eso, para tocar este Sacramento, se consagran el corporal y el cáliz, así como las manos del sacerdote» (III, q. 82, a. 3).
Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre está presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Sagrada Eucaristía y muchos católicos lo han olvidado.
Jesucristo le dijo a vidente boliviana llamada Catalina Rivas (léase el libro LA PASION página 21), quien ha sido investigada rigurosamente debido a sus estigmas y que cuenta con la aprobación de la Iglesia Católica, que «No son ni 10 ni 20 los verdugos que destrozan Mi Cuerpo; son muchísimas las manos que lastiman Mi Cuerpo, recibiendo la comunión en la mano – el trabajo sacrílego de Satanás».
Los sacerdotes deben colocar nuevamente los reclinatorios delante del altar para que las personas reciban la Sagrada Eucaristía en la boca y de rodillas como señal de RESPETO, ADORACIÓN Y SUMISIÓN A DIOS PRESENTE EN LA EUCARISTÍA.
No somos dignos de tocar a Dios, no somos dignos de tocar la Sagrada Eucaristía.
No reciban ni entreguen la Sagrada Eucaristía en la mano, recíbanla con devoción y amor a Dios ahí presente: de rodillas y en la boca, como la entrega el Papa Benedicto XVI.
Tenemos al Santo Padre de Nuestra Santa Iglesia Católica dándonos el ejemplo ¿a quién quieres imitar?
ANOTACIÓN: Esta forma de comulgar se introdujo en la Iglesia Católica bajo engaño y presión de masones infiltrados dentro de la Iglesia al Papa Pablo sexto y no debe de ser continuada. La única forma agradable a Dios de recibir la Comunión es de rodillas y en la boca, o de pie, pero siempre en la boca y de manos de un Sacerdote únicamente.